Con el autobús de XingPing llegamos de noche a Guilin, y ¡nos espantó!. He de admitir, que la hora de llegada no ayudó, ya que todas las ciudades son más feas cuando llegas de noche (cansada y con la mochila), pero Guilin se llevó la palma. Dejábamos la China rural, de belleza extrema, y nos introducíamos de cabeza en la China de las luces y el ruido.
"Guilin, destino de vacaciones" resonaba en mi cabeza. Y es que Guilin, a falta de playas, es la ciudad de turismo chino por excelencia.
Con las complicaciones de la noche, encontrar el hostal fue una ardua tarea. Al final, preguntamos a un chico que cenaba tranquilamente en una terraza, quien, amablemente, se "ofreció" a acercarnos en su coche/taxi. Por supuesto a cambio de un módico precio. Al menos no nos estafó, o eso creemos.
El personal del hostal, por primera vez en China, fue bastante desagradable y, sin duda, tuvimos la peor habitación del viaje. A esas alturas de la tarde, nosotras pensábamos lo mismo "¡Bienvenidas a Guilin!".
Sin pensarlo mucho, cenamos en la parte de abajo del hostal (pues ya era tarde como para cenar en otro lado) y, bueno, mañana sería otro día. Al fin y al cabo, Guilin sólo era una ciudad de paso...
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