El pasado
fin de semana, mientras hacia mi particular Camino de Santiago y seguía una por una las flechas amarillas
que indicaban mi camino hacia el próximo destino, no podía quitarme una canción
de la cabeza. Y era curioso, porque era una canción que creí no haber escuchado
nunca. Una canción que nunca había cantado, de un libro que nunca leí, y de una
película que nunca vi.
¡Sigue el camino de baldosas amarillas!
Al llegar a
casa sentí una necesidad inexplicable por ver la película, leer las sinopsis,
las críticas y escuchar la canción, esta vez, completa. ¿Tendría algo que ver
el Mago de Oz con el camino de Santiago?
Y, sorprendentemente, descubrí que sí. Descubrí algo que a mí me pareció muy interesante.
Como Dorothy en el Mago de Oz, muchos nos sentimos perdidos en algún momento de nuestra vida. Nuestro hogar, nuestro sentimiento de seguridad (en el trabajo, en la familia o con la pareja...), o nuestra felicidad, desaparece como arrastrado por un tornado. Es entonces, y muchas veces desgraciadamente sólo entonces, cuando nos planteamos cosas. Cosas que nunca habíamos llegado a pensar. ¿Y si doy un cambio en mi vida? ¿Y si me voy de aquí? ¿Cómo puedo volver a tener lo que tenía? Y mil preguntas más que, dependiendo de la situación de cada uno, pueden variar en un sentido o en otro. Muchos se encierran en sí mismos, otros caen en un estado de continua tristeza y a otros les da por hacer locuras. Sin embargo, otros deciden coger una mochila y ponerse a andar. Quizás el aislamiento, la meditación o la imposición de una meta, de un objetivo, consiga poner cada cosa en su lugar.
Y comienzan a andar.
Comienzan su largo peregrinaje hasta Santiago, solos, esperando encontrar una vez allí la ansiada solución a su problema, que le permita volver a su hogar: sin más problemas, ni vecinas, ni perritos requisados por el Sheriff.
Y seguimos el camino debaldosas flechas amarillas.
Y es en el camino donde conoces al hombre de hojalata sin corazón, al león cobarde y al tonto espantapájaros. Compañeros de viaje, desconocidos al principio, que como tú, tienen sus historias, sus tristezas y miedos que buscan superar.
Compañeros de viaje que compartirán contigo el agotamiento, los obstáculos y las victorias conseguidas. Y el camino de Santiago, como la vida, enseñará a cada uno qué tiene y qué ha de valorar. El hombre hojalata mostrará sus sentimientos, el león demostrará su valentía y el espantapájaros, al contrario de lo que él en un principio pensaba, descubrirá su inteligencia.
Al final del camino, la lección será clara:
Y son ellos, tus compañeros de viaje, los que hacen cada Camino especial, único, e irrepetible.
Si al final del Camino de Santiago, como en el de Oz, hay un ser mágico o no, es un tema que dejo para que tratéis vosotros...
Y, sorprendentemente, descubrí que sí. Descubrí algo que a mí me pareció muy interesante.
Como Dorothy en el Mago de Oz, muchos nos sentimos perdidos en algún momento de nuestra vida. Nuestro hogar, nuestro sentimiento de seguridad (en el trabajo, en la familia o con la pareja...), o nuestra felicidad, desaparece como arrastrado por un tornado. Es entonces, y muchas veces desgraciadamente sólo entonces, cuando nos planteamos cosas. Cosas que nunca habíamos llegado a pensar. ¿Y si doy un cambio en mi vida? ¿Y si me voy de aquí? ¿Cómo puedo volver a tener lo que tenía? Y mil preguntas más que, dependiendo de la situación de cada uno, pueden variar en un sentido o en otro. Muchos se encierran en sí mismos, otros caen en un estado de continua tristeza y a otros les da por hacer locuras. Sin embargo, otros deciden coger una mochila y ponerse a andar. Quizás el aislamiento, la meditación o la imposición de una meta, de un objetivo, consiga poner cada cosa en su lugar.
Y comienzan a andar.
Comienzan su largo peregrinaje hasta Santiago, solos, esperando encontrar una vez allí la ansiada solución a su problema, que le permita volver a su hogar: sin más problemas, ni vecinas, ni perritos requisados por el Sheriff.
Y seguimos el camino de
Camino de Santiago: el Perdón (cerca de Pamplona) |
Y es en el camino donde conoces al hombre de hojalata sin corazón, al león cobarde y al tonto espantapájaros. Compañeros de viaje, desconocidos al principio, que como tú, tienen sus historias, sus tristezas y miedos que buscan superar.
Compañeros de viaje que compartirán contigo el agotamiento, los obstáculos y las victorias conseguidas. Y el camino de Santiago, como la vida, enseñará a cada uno qué tiene y qué ha de valorar. El hombre hojalata mostrará sus sentimientos, el león demostrará su valentía y el espantapájaros, al contrario de lo que él en un principio pensaba, descubrirá su inteligencia.
Al final del camino, la lección será clara:
Todo lo que buscabas durante el Camino lo tenías desde el principio. Simplemente tenías que encontrarlo dentro de ti.Y lo que el camino de baldosas amarillas te enseña es que cualquier camino, cualquier objetivo que quieras alcanzar, es mucho más sencillo de alcanzar cuando lo realizas con gente, con compañeros de viaje, que como tú, tienen sus miedos, sus historias y sus tristezas, y que sólo compartiendo tu vida con los demás podrás alcanzar tus metas.
Y son ellos, tus compañeros de viaje, los que hacen cada Camino especial, único, e irrepetible.
Si al final del Camino de Santiago, como en el de Oz, hay un ser mágico o no, es un tema que dejo para que tratéis vosotros...
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