En los momentos de grandes cambios te lo (re)planteas todo. De dónde vengo y a dónde voy. Si es que realmente estoy yendo a algún lado. O lo que es más importante, si es que sé a dónde quiero ir. Porque últimamente ese parece ser el mayor de mis males. Mi brújula, situada hasta el momento en mi garganta (siempre con la voz cantante y a medio camino entre mi cabeza y mi corazón) parece haberse roto. O quizás sólo se ha mareado de tanto moverme. Pero parece que no encuentra el norte. Su agujas se mueven al son de mis pasos haciéndome caminar en círculos y, cuando por fin me quedo quieta, cada uno de sus opuestos (cabeza y corazón) empujan con todas sus fuerzas para ganar la batalla.
Mi aventura en Berlín tiene ya los días contados (15 para ser exactos), y es ahora cuando viene el agobio de hacer todas esas cosas que, una vez en casa, pensé que haría y todavía no he hecho. Como pasearme por cada Flohmark con aspecto de artista berlinesa, beber cerveza en cada Biergarten, hacer un pic-nic en ese parque tan especial o entrar en la exclusiva discoteca de moda. Cantar en el Maeurpark, excursionear con la bici a algún parque lejano o hacer de Pfanera (¡oye, cada uno tiene sus tonterías...!) Y a pesar de las cosas de la lista que siguen sin tachar, pienso en Berlín y no puedo evitar sonreír. Porque algo en mi interior me dice "¿Y si fuera ella? ¿Y si fuese ella la ciudad que has estado buscando?"
3 comentarios:
esta un poco lejos de casa esa ciudad (podia ser panplona)pero si es ella lo acataremos con una unica condicion indispensable ¡que seas feliz,haya donde estes ! un besico
dile a ese "algo en tu interior" que haga el favor de cerrar la boca de una vez! y vuelve a casa que se te echa de menos...
dile a ese "algo en tu interior" que haga el favor de cerrar la boca de una vez! y vuelve a casa que se te echa de menos...
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