¡Cortar y marchar!
Así es el eslogan y la filosofía de estas peluquerías, que sin duda tienen todo lo necesario para triunfar en Berlín. Con dos sencillas palabras en inglés ofrecen el Santo Grial; algo práctico, rápido, barato y comercial.
Carteles de gran tamaño en sus escaparates revelan todo tipo de servicios a precios mínimos.
Y fue por azar, como casi todo en Berlín, como hice este descubrimiento. Una amiga me comentó que hace tiempo que quería cortarse el pelo, pero que el común respeto a la peluquería, y el pánico a explicar qué era exactamente lo que ella quería en alemán...había hecho que esa "tarea" ya obligada fuese retrasándose. Al instante me ofrecí voluntaria. Estaba de visita en la ciudad y no tenía nada planeado para esa mañana, así que rápidamente le organicé una escapada a la peluquería. Creo que ella, viéndose sobre la silla de tortura de un turco de tupé engominado que movía despreocupadamente sus tijeras afiladas, se arrepintió en ese mismo instante. Pidió clemencia, apostillando que realmente el corte no era urgente y que tenía mucho que hacer. Sabiendo que era el miedo, y no ella, la que hablaba, le animé quitándole de la cabeza la imagen del turco destrozando su pelo. Iríamos a Prenzlauer Berg, "donde están los modernos, pero los modernos con hijos, así que tranquila, tampoco será demasiado moderno" me expliqué.
Una vez en Prenzlauer Berg buscamos la peluquería adecuada. Todas tenían buena pinta, pero o no tenían el precio escrito en la entrada, o éstos eran desorbitados.
- Al final, tendré que irme a un turco...
Seguimos buscando, y llegamos a Mitte, donde entramos en una peluquería que estaba bien de precio y parecía lo justamente moderna. cogimos nuestro numerito (sí,sí, como en la carnicería...) y esperamos. Tras 15 minutos de corta paciencia, viendo que la pantallita todavía no se había movido y que el número estaba a 50 números luz de nuestro numero, decidimos preguntar al chico de nuestro lado cuanto rato teníamos de espera.La respuesta, ni idea. Una chica hacía punto tranquilamente a su lado. ¡Y la bufanda iba bien avanzada!
Salimos de la peluquería para buscar un poquito más, y de paso hacer un poco de tiempo. Entonces lo vimos. Una peluquería moderna ofrecia en su escaparate Cortes de pelo desde 10 euros.
Entramos, cogimos nuestro número y esperamos. En unos breves diez minutos mi amiga ya estaba allí, junto a dos personas más, dejándose lavar la cabeza. Mientras tanto yo me dediqué a observar el panorama. Y fue ahí cuando me llevé la mayor sorpresa de la mañana. Una señora, que acababa de ser atendida y a la cual ya le habían cortado el pelo cogió sin dudar un secador que andaba por allí y comenzó a secarse el pelo ella misma. Aunque me llamó la atención no le di especial importancia, ya que quizás la señora tenía mucha prisa y quería adenlantar un poco el trabajo del peluquero...Pero no. Mi sorpresa aumentó cuando vi a la chica de su lado hacer lo mismo. El corte de pelo es eso, cortar , sin secado. Si quieres el pelo seco, lo haces tú.
Mi amiga me explicó después, que aunque a ella también le parecía curioso, no le pilló de susto, ya que ya le habían comentado este tipo de servicio.
¿Lo mejor? Sin duda, el precio: 10 euros. ¿Lo peor? Que a pesar de el autoconvencimiento del peluquero de que el corte de mi amiga era exactamente igual al que ella le había llevado en una foto, no lo era. El resultado quedó bien, pero el peluquero hizo lo que le dió la gana, aunque supongo que eso también pasa en España...
Por cierto, la chica del punto de la peluqueria anterior... apareció media hora después en la nuestra. Eso sí, la bufanda todavía más avanzada.
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