19 de diciembre de 2011

A los reyes (magos) de Oriente...

Queridos Reyes Magos,

Escribo esta carta tras años sin hacerlo. Admito que una vez cumplidos mis doce años, escuché rumores, dichos y mentiras que consiguieron desilusionarme y pensar que creer en vosotros y vuestra magia era cosa de niños.
Sin embargo hoy, doce años más tarde, me encuentro con el bolígrafo en mano, la libreta sobre el escritorio y la ilusión y los deseos ordenados en mi cabeza. Es verdad, he cambiado. Ya no escribo en hojas de colores vistosos y olores perfumados tirada sobre el suelo del salón mientras observo hipnotizada uno tras otro los apetitosos anuncios de la televisión. Escribo ahora sin necesidad de anuncios ni de catálogos, sino con las ideas claras de quien sabe lo que tiene y lo que quiere.
No seré avariociosa. Nunca lo he sido.
Podría pedir muchas cosas, muchos deseos o muchos millones. Una casa, con jardín, con una autocaravana aparcada a su entrada y con la playa a sus espaldas. Pediría vacaciones, infinitas, con dinero para gastar y una vida sin más preocupaciones que viajar.
Pero no. No seré avariciosa. Porque nunca lo he sido. 
Podría pedir muchas cosas. La paz mundial y el fin del hambre en el mundo. Que los derechos humanos se cumplan, indiferentemente del grado de desarrollo del país en el que se haya nacido. Que no se mate por dinero, ni por poder, y que todas las vidas valgan lo mismo.
Pero no seré avariciosa. Nunca lo he sido.
Podría pedir muchas cosas. Que desaparezcan los corruptos, que se aclaren las cuentas. Que no existan los recortes y que la palabra crisis se borre de nuestras bocas. Y de nuestras mentes. Que el dinero no sea importante.
Pero no seré avariciosa. Nunca lo he sido.
Podría pedir muchas cosas. Que el efecto invernadero sólo se dé bajo los plásticos, que se detenga el deshielo y que la tierra no sufra. Que los bosques no ardan ni las especies se extingan.
No, no soy avariciosa. Por eso pediré por mí, y por ellos. Pediré que nuestra salud se mantenga, y que si tenemos que pasar por algo que sea un resfriado.
Pediré por la vida. Que nos retenga y no permita olvidarnos de los que ya nos dejaron.
Pedire por el trabajo. Que el que tenga lo mantenga, y que el que busque lo encuentre. Que sea llevadero y nos fortalezca por dentro, que nos instruya. 
Y por último pediré por seguir al lado de las personas que quiero. Que sus sonrisas sigan iluminando mis días y sus abrazos calentando mis noches. Que sus palabras continúen haciéndome mejor persona y su presencia me acompañe siempre. Que aquellos a los que tengo lejos nunca estén más lejos que una llamada de teléfono y que los reencuentros sean tan cálidos como si nunca antes me hubiese marchado.
No soy avariciosa. No. Ni nunca lo he sido. Sólo pido que se conserve lo que una vez vino.
Sencillamente vuestra,



Patricia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

PRECIOSO¡
ME ENCANTA.

KAT

Anisakis dijo...

que bonito Patricia

Vuelve a Berlin!!!