5 de mayo de 2011

La vuelta al cole

La semana pasada empecé de nuevo con mis clases de alemán. Ya he llegado al B2.2, y ¡qué orgullosa lo digo!

Si no me fallan las cuentas éste es el onceavo curso de idiomas que hago en el extranjero, que a su vez es el quinto en Alemania (oye, ¡es que el alemán es muy difícil!).Y puedo decir, sin miedo a equivocarme, que he visto de todo. He tenido profesores buenos y malos, aunque sobre todo buenos. La mayoría de las veces, al tratarse de cursillos no obligatorios, han sabido llegar al alumnado y hacer las clases amenas y divertidas.

En este tipo de cursillos hay gente de lo mas variopinta (y sin duda es lo que más me gusta). Conoces gente de todos los lugares que buscan lo mismo que tú: Aprender un idioma. Claro que con los años, y los cursillos, esa gente va quedándose en un ladito más aparcado de la memoria (¡no hay para tantos!) pero muchas de las anécdotas quedan ahí: como los primeros contactos (a mis 15 años) con gente extranjera en Irlanda (aunque debo admitir que ese año casi todo éramos españoles), el primer baile con un chico que te gusta durante las clases de francés en Rennes, o la lucha con los italianos por los únicos dos ventiladores de la clase  mientras nos achicharrábamos de calor en Malta. Aprender que un sueco llega a las citas con diez minutos de adelanto (eso sí, ¡sólo te esperará cinco minutos una vez pasada la hora!) o escuchar cómo un noruego define España con 4 palabras: Toros, sangría, fiesta y siesta. "Porque los españoles no trabajan 8 horas al día, sólo 4 ¿no?" comentaba durante uno de los cursillos de alemán que llevé a cabo en Stuttgart. También me sorprendí al ver a belgas (ya entrados en años) de la parte flamenca asistiendo a clases de francés en el sur de Bélgica, y aprender sobre el gran problema de comunicación en el que están sumergidos (el belga de la parte flamenca no habla francés, sino flamenco y muy buen inglés, y viceversa, aunque estos últimos no tan buen inglés). Pero sin duda, me quedo con la ANECDOTA. En un cursillo de alemán (el del A1.1) que hice en Berlín hace dos años conocí a un chico, Abdul, que venía de Irak. El pobrecito no sabía nada de inglés, así que las clases en alemán todavía se le hacían más complicadas al no poder enterderse con la profesora. Debido a la imposibilidad de comunicación (todavía no hablábamos alemán) no tuvimos gran relación. Mi sorpresa fue cuando hace unos meses recibí un e-mail preguntándome si conocía a alguna chica española que quisiese casarse con él para toda la vida.

Pero volviendo a este nuevo curso que empiezo. Estoy muy contenta porque hay mucha variedad internacional, y somos sólo dos españoles (casualidad que el otro sea "también" de Pamplona). Para que os hagáis una idea somos: 2 españoles, 2 mejicanos, 2 brasileños, 2 italianos, 3 chinas, 1 japonesa, 1 rusa, 1 polaca, 1 francesa y 1 escocés. Esto de momento, porque falta gente por venir, seguro.
Lo que me haya llamado la atencion así de primeras fue una conversación con la chica japonesa, que por cierto es my simpática y graciosa (algo que normalmente no parece ir unido al tópico japonés). En la conversación hablábamos de Japón y cómo llevaban lo del desastre nuclear."Se agradece que manden dinero, pero Japón es un pais rico, así que seguramente hace más falta en otros lados que allí" me decía.


Ahora dejo de escribir, que ¡tengo cursillo!



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy curioso la variedad que hay en berlin y muchos seran artistas, no?? jejeje :D

Anónimo dijo...

el iraki no te querria a ti como esposa para toda la vida ja ja ya te veo con el velo ¡que cachondo! un besico