Son aproximadamente las cuatro de la mañana cuando el sol sale tímidamente de su escondite. La noche de cervecitas con los amigos ya ha acabado y decidimos irnos a casa porque mañana sí que hay que darlo todo.
Es en este momento cuando me pregunto en que
maldito momento se me ocurrió traerme la bici (¡con lo cómodo que es coger el metro y olvidarse de pedalear!). Pero es un pensamiento tan fugaz que en dos pedaladas ya ha abandonado mi mente. El viento me golpea en la cara y los primeros rayos de sol me acarician la espalda.
Silencio...Berlín duerme. Las calles están vacías y su belleza, más que nunca, se respira en cada esquina. ¿Belleza? Dirán algunos. Sí, esa belleza que no todo el mundo puede ver en Berlín pero que aquel que la encuentra no quiere dejarla ir.

Y es en este momento cuando, respirando profundamente, me alegro de haber decidido coger la bici. Porque ahora, sin coches ni taxis amenazantes, sin turistas a manos de una bici alquilada que no saben a dónde van, y sin ciclistas berlineses que se creen salidos del tour de Francia, la ciudad me pertenece. Recorro las calles con mi bici al puro estilo de
Will Smith en Soy leyenda y me esfuerzo por no alargar los brazos (el golpe podría ser monumental) y gritar "¡Soy el rey del mundo!" como ya gritó en su día Leo di Caprio navegando en el
Titanic.
7 comentarios:
Qué chulas las fotos!
Eso de amanecer tan temprano me recuerda a salir del Keller pegando ya todo el solano.
Un biquiño!
Patri!!!!
Me ha encantado la entrada... era como si fuera yo la que estuviera en Berlin con la bici....
Que agustooo!!!!
que bien escribe ella..... :D
un beso.
kat
no me habia dado cuenta que berlin tambien podia fotografiarse asi ¿te imaginas roma ,en aquella rotonda pasandola los seis en bici solos ja ja ja entonces ya no tendria el apelativo de "caotica" un beso para la mejor escritora marisol
Muchas gracias a todos! :)
Preciosa entrada
Muy buena entrada Patri. Enhorabuena! Y las fotos son buenisimas!
Un beso,
Txema
Publicar un comentario